Este símbolo es muy antiguo. Tiene su origen en la época de las persecuciones, en la que los cristianos
necesitaban un símbolo que los identificara, pero, al mismo tiempo que confundiera al enemigo, porque si ponían una cruz, inmediatamente todos sabrían que allí vivía un cristiano. Por eso, añadían los dos cabos al final de la cruz, y ¿qué tenemos? Un ancla. Sigue teniendo la cruz, pero no lo parece. También tiene su explicación porque muchos cristianos murieron crucificados, y la cruz les traía malos recuerdos de sus seres queridos que habían muerto crucificados. Los dos peces recuerdan la Eucaristía, ya que en el milagro de los panes y los peces, fueron dos peces los que el Señor Jesús multiplicó.
Hay otra simbología que es muy interesante conocer: la cruz es imagen de nuestros sufrimientos, y estos
sufrimientos son los que han hecho que nos acerquemos a la Iglesia, pidiendo ayuda a Dios. El Señor usa estos sufrimientos para atraparnos como un anzuelo, es decir, como un pescador que pone un gusano en el anzuelo, y los peces buscando la comida, se quedan enganchados y el pescador los atrapa, así es Dios: