Soy Wesly Taveras Medina, Tengo 23 años de edad, nací en los Estados Unidos, me crié en República Dominicana. Tengo 4 hermanos, 2 hermanos mayores y dos hermanas menores; la mas joven está en el cielo.
Yo fui bautizado en la vigilia pascual del año 2000 cuando yo tenia 7 años de edad, porque mis padres habían dejado la iglesia católica para ese entonces. Pero Dios que lo hace todo bien, los llamo de vuelta a la iglesia, a través de las catequesis del Camino Neocatecumenal, en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima. Desde entonces mis padres han visto el cambios que Dios hace en sus vidas y ellos han aprendido como transmitir la fe a mi y mis hermanos.
A pesar de crecer en un ambiente católico, ser monaguillo y viendo signos concretos de fe en mi familia y de ir a una colegio católico, la batalla contra el mundo, la carne y el diablo, fue muy difícil, y tuve muchas derrotas contra el diablo y muchas victorias en cristo. Antes yo no podía describir con palabras mi vocación a nadie. Aun hoy me sorprende que este viviendo una vida completamente diferente a lo que yo pensaba que sería la felicidad: Vivir lejos de mi familia, amigos y sin novias o carrera, etc. A pesar de estas experiencias, Dios ha sido fiel conmigo. Yo nunca pensé que el seminario o el sacerdocio era para mi, ya que yo amaba y todavía amo todas esas cosas. estoy consciente que si yo sigo en el seminario es porque Dios me ha tratado mejor que cualquier cosa que yo haya conocido antes de entrar al seminario.
Yo estoy muy agradecido de Dios por haber llamado a mi familia a la iglesia, por el don de la formación en el seminario, lugar donde todos encontramos el amor de Dios (que es con mucho lo mejor que todo lo que el mundo nos puede ofrecer a nosotros) y finalmente, estoy muy agradecido por todos los benefactores del seminario y aquellos que oran por nosotros, y aqueos que nos apoyan financieramente en el cumplimiento de la misión de traer la “Buena Nueva” de Jesucristo.
Que María, la madre del redentor, este con todos ustedes y que Dios los bendiga cien veces.
Traducción de la experiencia de Wesly Taveras, para evento de caridad del seminario.
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EL CÁNCER, UN REGALO DE DIOS
El título puede parecer un poco exagerado, mas es eso que estoy experimentando en este tiempo, desde que descubrí la enfermedad. Soy João Paulo, seminarista misionero del Seminario Arquidiocesano Redemptoris Mater de Santo Domingo. Soy de Brasil y ya tengo casi ocho años viviendo aquí. También ya estuve de misión en Haití y Moca.
En el inicio de este año descubrí que tengo cáncer. Al inicio, no quería aceptarlo. Cuando me pidieron la biopsia, me asusté. Aún tenía esperanzas de salir negativo; soy joven, saludable, eso solo ocurre con los demás, conmigo no puede ocurrir, es lo que pensaba. Mas sentía a la vez algo dentro de mí que Dios me pedía más y quería hacer algo diferente conmigo. Incluso, di un nombre para mi tumor: mi “pequeño tiburón”, porque el cáncer me hizo moverme mucho, como un tiburón hace con los peces.
Cuando supe el tipo que cáncer, quedé muy triste e asustado, por saber que era un tumor maligno y agresivo. El médico dijo que era manejable, pero sería fuerte el tratamiento. Él dio un tiempo para pensar. También estaban el costo; ya había gastado mucho dinero con los análisis, estudios, etc., y ahora tenía que buscar para las quimios y los medicamentos; no eran baratos; y yo sin seguro médico, más complicado tenía la situación.
Me acuerdo muy bien que me tomé dos días, que parecieron los más largos de toda mi vida, para pensar la situación y tomar una decisión. Por primera vez estaba siendo probada mi fe, si confío en Dios o no; si estoy dispuesto a sufrir un poquito como Él sufrió por mí. Cuando pregunté al médico el motivo de todo eso, así me respondió: “no hay un porqué; hay que aprender a vivir con eso y seguir adelante”. Dijo lo mismo que mis formadores. Descansé al escuchar eso. Vi que era de la voluntad de Dios, un regalo de Él para mí como la vida misma es un regalo de Dios. Fue la primera noche que dormí tan bien después de meses. Fue eso que me dio fuerza para el día siguiente marcar la fecha de la primera quimio.
Hoy continúo con las quimios, y no sé cuántas serán. Estoy cambiando mucho en tan poco tiempo, y me asusto por eso; pero a la vez me lanzo en todo este proceso. Vivo el momento, como se fuera el último. Está siendo un tiempo de gracia para mí. Nunca me han faltado los medicamentos y el dinero para pagar las quimios: Dios provee todo en su momento. Dios se vale de personas concretas, de hermanos, de amigos, de los seminaristas y de los formadores, que me prestan todo el soporte y el servicio necesario en este tiempo. Hoy comprendo a los enfermos. Me solidarizo junto con ellos.
Me sorprende la cantidad de oraciones, de todo el esfuerzo tanto del equipo médico como de todo el seminario por mí. ¡Es gratificante ver y saber que todos están torciendo, rezando por mí! ¡Dos países a la vez! Nunca imaginé que tenía tantos amigos, tantas personas que me quieren bien. ¡Me siento mimado por Dios y por todos! Y eso no es un masoquismo, no es que me gusta sufrir, ¡No! Sino porque Él está haciendo todo estupendamente bien. Dios realmente sabe qué hacer conmigo. Doy las gracias a todos por estar conmigo en este tiempo. Cuento con las oraciones de todos.
Rezad por mí.
Seminarista Joao Paulo De Souza